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martes, 31 de marzo de 2015

Sumario de la Sentencia del TC sobre el Binominal (esquema)

Resumen
STC 2777-15-CPT, de 30.03.2015 (binominal)

Impugnación

El requerimiento impugnó cuatro aspectos del proyecto de ley:
i.                    El régimen transitorio de distritaje vulneraría la igualdad del voto (a) por cuanto atribuyó más diputados a algunos distritos que a otros sin justificación (por ejemplo, distritos de similar representación tienen asignados distinto número de diputados); y (b) porque, en el régimen permanente, el Consejo General del SERVEL debe asignar diputados a los distritos no sólo considerando la población sino con un límite ya que ningún distrito puede tener más de tres ni menos de ocho diputados (art 19 n. 2 entre otros).
ii.                  Las cuota de género vulnerarían el derecho de los partidos de efectuar primarias (art 15).
iii.                La disminución de los requisitos para formar un partido infringiría la igualdad entre candidatos miembros de un partido y candidatos independientes (art 18).
iv.                La omisión de la fuente de los recursos para atender los gastos ocasionados por las dietas de los nuevos miembros del congreso vulneraría la obligación de señalar la fuente de financiamiento de los proyectos de ley (art 67).

Votación

El requerimiento fue rechazado en todas sus partes por una mayoría de 6 (7) contra 4 (3).

La mayoría está conformada por los ministros Carmona, Fernández, García, Hernández, Pozo y Peña. Esta última redactó una prevención entregando argumentos distintos -pero muy similares, enfatizando la idea de ‘deferencia razonada’- respecto de los puntos i. (distritaje) y ii. (cuotas).

El ministro Romero concurrió con el rechazo del requerimiento respecto de los puntos ii. (cuotas) y iv. (fuente de financiamiento).

La minoría, conformada por los ministros Aróstica, Brahm y Letelier, estuvo por acoger el requerimiento en todas sus partes.

El ministro Romero concurrió con la minoría, acogiendo el requerimiento, respecto de los puntos i. (distritraje) y iii. (igualdad entre partidos e independientes).

Considerandos destacados del voto de mayoría

i.                    Distritaje (cc 1-25):
[distritaje en régimen transitorio]
-  c 15 existe discrecionalidad para determinar la regulación electoral. La const no tiene un estandar de igualdad especialmente aplicable a este caso, salvo que se trate de discriminación politicamente motivada. Pero esto no ha sido demostrado por los requirentes.
- c 15-16 Es carga de los requirentes probar que existe arbitrariedad en las discriminaciones efectuadas por el redistritaje.
- c 17 Pueden haber excepciones a la igualdad fundadas en criterios geopolíticos/decentralización.
- c 18 El distritaje no constituye ‘gerrymandering’.
- c 19 el derecho al voto voluntario matiza las exigencias de igualdad del sistema electoral.
- c 20 el legislador tuvo en consideración criterios de negociación política para hacer la transición desde el sistema binominal a uno proporcional moderado.
- En suma, existe ‘amplia liberad de configuración legislativa’ respecto del sistema electoral.

[distritaje en régimen permanente]
- cc 24-25 Discrecionalidad del SERVEL es una cuestión de legalidad.

ii.                  Cuotas (cc 26-34):
- c 33 cuotas no vulneran mecnismo de primarias. Factores son: las primarias son voluntarias; hay mecanismos para atenuar el impacto de las cuotas (hay espacio para primarias en el 40% de las candidaturas y las cuotas son temporales), afecar los procesos de selección de candidatos es intrinseco a la idea de cuota, y no se afecta el carácter vinculante de la primaria.

iii.                Independientes (cc 35-45):
- c 37 Existen diferencias ‘naturales y evidentes’ entre candidatos miembros de partidos y los independientes. No toda desigualdad es inconstitucional siempre y cuando se garantice igualdad en la presentación de candidaturas y en la participación en procesos eleccionarios y plebiscitarios.
- c 38 Las normas en cuestión promueven la formación de partidos, pero no discriminan a los independientes.
- c 42-43 Es cierto que el proyecto concede una ventaja a los partidos, pero si se mira la normativa global ellos están sujetos a mucha más regulación (es decir, desventajas) que los independientes.

iv.                 Fuente de financiamiento (cc 46-54):

- c 52 Hubo un ‘acuerdo político’ en que el mayor gasto se enfrentará mediante redistribución de los fondos del congreso. Los fondos, en otras palabras, provendrán del presupuesto del congreso, y eso está indicado en el proyecto y su discusión.

miércoles, 3 de septiembre de 2014

Plata y Política

El año pasado postié esta columna que parece pertinente a la luz de la actual discusión sobre los aportes reservados a las campañas electorales gatillada por la defensa de Lucas Sierra al actual sistema y la virulenta reacción de Fernando Muñoz
[publicado anteriormente en Grupo de Valdivia: aquí]
Por Pablo Marshall
En esta columna quiero presentar esquemáticamente la idea de que la plata y la política no deben mezclarse. Por otro lado, quiero mostrar que los proyectos autodenominados progresistas en esta materia, no pretenden separar la política y el dinero sino que normalizar su relación. Tomaré dos ejemplos: la ley de lobby y el financiamiento de los partidos políticos.
Primero, una prevención. La política y la riqueza están ineludiblemente atadas. En una sociedad capitalista, toda acción o alocución sobre el poder tiene un correlato (una condición o un efecto) en el terreno de las circunstancias materiales de la vida social. En otras palabras, las posibilidades de éxito de la política, incluso de esas denominadas identitarias, están marcadas en su origen por su incompatibilidad con la forma de vida del capitalismo tardío. Más allá de la superficie ideológica, desde el punto de vista de la actual distribución de la riqueza, cada acción política es algo negativo, y ojalá todas ellas fueran suprimidas, porque lo único que pueden pretender el entrecortar la reproducción del capital. En este entendido, cuando se habla de la autonomía de la política respecto de la economía, se intenta defender necesariamente la posibilidad de la acción sobre la riqueza acumulada. Entenderlo como en el modelo griego, en que la autonomía de la política no alcanza la distribución de la riqueza, en que la política es acerca de las otras cosas y no acerca de cómo distribuimos (como piensa el ministro Larraín) es no entenderlo en absoluto. Por lo tanto, al afirmar que la plata y la política no deben mezclarse no quiero decir que política y distribución no se traslapan, sino todo lo contrario; quiero decir que las condiciones para que la política pueda expresarse no pueden enajenarse de antemano a las hábiles manos de quienes quieren evitar toda política.
Pero pensemos ahora en la política como una actividad institucional.
I. La plata y la política no deben mezclarse
La plata y la política no deben mezclarse. Que esto sea cierto depende de nuestro compromiso con la idea de que la política democrática es el espacio donde los ciudadanos (y sus representantes) se reúnen y discuten sobre lo que es lo mejor para todos por igual. En este entendido, las diferencias económicas entre ciudadanos deben permanecer fuera de la política para respetar la idea de igualdad subyacente a la democracia. Que los Luksic estén en favor o en contra de tal o cual política no debería tener más peso que el hecho de los González estén en favor o en contra. Que todas las opiniones deban contar por igual es el ideal democrático. Esto tiene su expresión institucional en la regla de que a cada ciudadano le corresponde sólo un voto igual que a todos los demás.
Hoy sabemos que lo que piensen los Luksic y lo que piensen los González tiene un peso diferente cuando se trata de tomar decisiones públicas. Los Luksic influyen en política como si cada uno tuviera una rídicula cifra de votos, por ejemplo 10.000 votos. Pero ello no es porque hemos decidido concederles más votos a quienes son más ricos, sino porque hemos sido pusilánimes en defender el principio que está en la base de la idea de “un ciudadano-un voto”, esto es, la idea de que ciudadanos deben tener igual influencia en determinar las leyes que nos gobiernan a todos. Hemos dejado que el poder expansivo del dinero se cuele en nuestras anticuadas instituciones republicanas. El lobby y el financiamiento político son dos ejemplos de cómo la política democrática ha sido contaminada por el dinero. Sin embargo, que hayamos llegado a ello no quiere decir que debemos aceptar ese estado de cosas como algo que no podemos cambiar. Esta es una lucha que podemos dar: la de separar la plata de la política y recobrar el rumbo de la política democrática.
II. Apertura y trasparencia
Sin embargo las cosas no son tan fáciles. Contra este modelo de la estricta separación hablan al menos 2 ideas que son constantemente usadas por los defensores de la intervención del dinero en política.
La primera idea es que el sistema político debe estar abierto a los intereses de la sociedad.  En resumidas cuentas, la toma de decisiones debe estar abierta al lobby de la sociedad, que en sus diversas manifestaciones, grupos y asociaciones deben contrapesar la tendencia del sistema político a clausurarse. El problema surge cuando es evidenciado que la forma en que esos intereses son presentados es dependiente de alguna forma de evaluación económica… el lobby cuesta plata. Con lo que nos encontramos después de abrir las puertas del Congreso a la sociedad civil, es con un grupo de lobistas de empresas y asociaciones gremiales que quieren defender, como podría ser de otra manera, su negocio.
La segunda idea sostiene que el poder del dinero va inevitablemente a invadir la arena política y lo mejor que podemos hacer como sociedad es regular dicha influencia. Se señala que transparentando la intervención del dinero en política se ganará la posibilidad de controlar dicha influencia de manera de no hacerla decisiva o prevalerte, algo acerca de lo cual sin transparencia no tenemos seguridad. Los Luksic les entregan quizás cuantos millones a cada partido político. Uno se preguntará ¿A cambio de qué?
En el extremo derecho del horizonte uno se encuentra con aquellos que les gusta que la influencia del dinero en la política no sea notada, son los defensores de la estética y de la anti-política. Todo se debe resolver en el club de golf, dicen, pero claro, seguro que va acompañado con sabrosos incentivos pero ¡no de plata hombre! sino de influencia en las decisiones sobre cómo la plata se distribuye, lo que parece no ser para nada problemático (allí uno salta al mundo de las incompatibilidades). En el centro de este horizonte se encuentran los Correas y los Tironis, tratando de transformar la política en un mercado más. Los defensores del modelo americano en que nos es inmoral decir que mi plata es parte de mi libertad de expresión, mientras lo haga a la luz del sol y en las habitaciones del Congreso. Hoy en día, sin embargo, resulta absurda y anacrónica la idea de mantener la plata fuera de la política. Pero, ¿Cómo es posible conciliar esta evidente influencia del dinero en la política con el principio de que la política es una actividad entre iguales?
III. Reclamando igual influencia
Si dejar que los Luksic gasten su plata para influir en política afecta la igualdad entre los ciudadanos que a su vez es la base sobre la que la democracia construye su legitimidad deberíamos impedir que eso pasara.
¿Es imposible? Sólo exige cambiar la visión hegemónica sobre la relación entre plata y política. Una visión en que la plata es una extensión lícita de la personalidad, incluso en la esfera pública.  Requiere imaginar que la plata en política es algo que no se puede permitir porque borra la más significativa de las nociónes de igualdad sobre las cuales la democracia se puede defender. Finalmente, requiere buscar arreglos institucionales que impidan su influencia o que reduzcan su impacto al mínimo posible.  Pensemos en los casos del financiamiento electoral y el lobby.
En el caso del financiamiento electoral, la regulación ha intentado eliminar el rastro del origen de la plata para que los representantes no puedan saber de dónde viene la plata y así no tener que deberle favores a nadie. Pero eso ataca sólo un aspecto del problema. El otro lado del problema no se soluciona evitando que los parlamentarios sepan concretamente con quién están en deuda. Este otro problema consiste en que las opciones políticas de un sector se ven acrecentadas dado que algunos de sus simpatizantes tienen mucho dinero y están dispuestos a gastarlo para darles una ventaja. Este es siempre el caso de la derecha que recibe más dinero que la izquierda.
¿Cómo solucionar este problema? ¿Cómo hacer que ningún partido o candidato se vea perjudicado en términos de financiamiento por el hecho de que sus simpatizantes sean siempre los sectores más pobres del electorado? Opción 1. Impedir el financiamiento electoral privado: financiamiento electoral público. Opción 2. Fondo compartido de donaciones privadas. Si usted quiere donar plata para los partidos y candidatos, esta plata se repartirá entre todos los partidos y candidatos en competencia. Ambas opciones neutralizan la influencia que un ciudadano por el sólo hecho de ser rico puede ejercer sobre el sistema político. El financiamiento a los partidos y candidatos siempre puede ser indirecto. Por ejemplo, las gigantografías que “no llaman a votar” y por tanto no constituyen propaganda electoral no caen dentro del financiamiento electoral. Sin embargo, una vez que se tenga claro cuál es el principio que hay que proteger pueden darse batallas por su protección en aquellos espacios en que su vigencia se encuentra burlada.
El caso del lobby es más complejo. En principio el lobby cuando representa la pluralidad de la sociedad civil es una positiva influencia que contribuye a controlar el sistema político. La influencia de dicha pluralidad podría ser un una condición críticamente necesaria para la búsqueda del interés común. El problema es cuando esta instancia es usada por los grupos económicos poderosos para proteger su privilegio frente a cualquier amenaza como se ha visto en Chile a propósito de la ley de TV digital, la ley de pesca y cualquier ley que involucre explotación de recursos naturales o tecnología. Ante dicha realidad, lo que resulta es que la pluralidad de la sociedad civil no es representada, y aún más, incluso la pluralidad de la representación política tiende a ser nublada.
¿Resulta descabellado, en ese contexto, prohibir el lobby? Si se parte de la base que nuestras autoridades democráticamente elegidas están en sus cargos fundamentalmente porque ejercen como representantes de la ciudadanía, esto es de cada uno de nosotros de una manera igual, la pérdida de puntos de vista, información y de los intereses de la sociedad civil no sería tan dramática. Además, se garantizaría de esta manera la igual influencia en política.
Sin embargo, la influencia del dinero es demasiado flexible. Incluso si se prohibiera la superpoblación de lobistas que caminan por los corredores del Congreso, los grupos económicos encontrarían la forma de colar sus intereses dentro del aparato político. ¿Cómo hacerlo de otra manera? Si no se puede o resulta difícil eliminar la injusta ventaja de los grupos empresariales, la alternativa es subsidiar a todos aquellos que no pueden ser oídos por el estruendo del dinero. Financiamiento público para ONGs sin fines de lucro que no tengan representación actualmente y que persigan intereses públicos, incluyendo financiamiento para intervenciones ante autoridades públicas.

jueves, 25 de noviembre de 2010

¿Por qué seguir con las becas Chile?


Hace unos días se divulgó que el Gobierno reformará en una serie de sentidos el sistemas de becas para realizar postgrados en el extranjero (becas chile). La idea de fondo es racionalizar el sistema y restringir el número de beneficiarios.
Es indudable que el sistema tiene que sufrir modificaciones para asegurar imparcialidad y equidad en la asignación de las becas. Pero ni la finalidad ni las medidas concretas del Gobierno van en la dirección correcta.
Ante todo, restringir significativamente el número de becarios va justamente en contra del sentido original de esta política. El objetivo de ella no es beneficiar a personas concretas especialmente dotadas intelectualmente para que desarrollen investigaciones aisladas en sus respectivas áreas. El desafío, en cambio, es colectivo. Como país necesitamos aumentar la cantidad de ciudadanos con estudios avanzados para alcanzar los niveles de desarrollo que nos hemos autoimpuesto.
Un ejemplo histórico puede ayudar a ilustrar la importancia del punto recién señalado. Eric Hobsbawm, preguntándose por las razones del declive británico a fines del siglo XIX y comienzos del XX, ha mencionado a la educación como un factor relevante. Por ejemplo, en 1913 Gran Bretaña contaba con sólo 9.000 estudiantes universitarios mientras que Alemania contaba con 60.000. En el mismo sentido, hace notar que Inglaterra y Gales poseían 350 ingenieros graduados mientras Alemania poseía 3.000. Estos datos explican en parte el declive británico. Gran Bretaña dejaba todas las decisiones de inversión económica a las decisiones aisladas de los privados. Por eso no fue capaz de desarrollar políticas de Estado que fueron antieconómicas en el corto plazo, pero vitales en el mediano y largo plazo.
No obstante, la propuesta del gobierno no sólo tiene problemas de orientación, sino también problemas en el plano específico. Que sólo puedan ganar la beca quienes hayan sido aceptados previamente en un programa de postgrados tiene varias desventajas. Ante todo, claramente esto no genera un ahorro significativo. Si una persona recibe la beca y luego no queda aceptado en un programa de postgrado, entonces no habrá gasto en ningún sentido relevante. Obviamente quien no es aceptado en el programa no gastará recursos públicos en ese programa. Tampoco viajará al país respectivo, ni nada por el estilo. Ahora, si para postular tuvo que aprender otro idioma y para eso recibió una beca, no parece una mala política aquella que indirectamente genera más profesionales que hablen un segundo idioma.
Si bien la reforma no ahorra costos, sí genera otros problemas. Un problema mayor es de coordinación de los tiempos entre la postulación-adjudicación de las becas y la postulación-aceptación en las universidades. Por un lado, esto significará que perderemos un importante beneficio del sistema actual, como es postular a las universidades con el financiamiento asegurado. Esto es relevante, pues es un factor que las Universidades extranjeras consideran para aceptar a los postulantes. Por otro lado, hay un problema de coordinación propiamente tal. La reforma promueva largas esperas para iniciar el programa. Así, entre septiembre y marzo de un año debe postular a un programa y ser aceptado. Luego, en junio de ese año debe postular a las becas. Sólo en noviembre sabrá los resultados. Si es aceptado, sólo en septiembre del tercer año (¡) podrá iniciar sus estudios. Todo se complica más si el profesional quiere seguir un magíster y luego un doctorado. En definitiva, el sistema haría imposible o extremadamente oneroso seguir la beca del perfeccionamiento fuera de Chile.
Para terminar, quiero comentar brevemente la posibilidad de modificar el sistema de becas por un sistema de créditos. Se dice que en Chile quien tiene un postgrado en el extranjero incrementa sus ingresos sustantivamente respecto de la generalidad de la población. Por eso, un sistema de becas sería una idea regresiva. Por lo tanto, seria mejor establecer un sistema de créditos (blandos) de manera que quien en el futuro pueda pagar pague. Así, los estudios de postgrado serán una decisión individual de inversión “con garantía estatal”. Esta idea no sólo es contraria a la lógica colectiva que mencioné al inicio de esta columna de opinión. Además, creo un incentivo perverso: sólo los profesionales para quienes estudiar un postgrado sea una buena inversión tendrá estímulos para hacerlo. Quienes, en cambio, deseen estudiar disciplinas no (tan) rentables o bien quieran desarrollar carreras profesionales menos orientadas al mercado, tendrán trabas para estudiar un postgrado. Esta consecuencia es altamente no recomendable.
Al contrario, deben generarse incentivos para impedir que quienes decidan estudiar un postgrado sobre la base de consideraciones meramente económicas, tengan más dificultades en hacerlo. Eso se logra mediante exclusiones de financiamiento respecto de ciertos programas y mediante exigencias de “reembolso no económico” de los beneficios recibidos.
En consecuencia, las modificaciones que ha anunciado formal e informalmente el gobierno significarían un desajuste tal en el sistema que provocaría un cambio de orientación absolutamente inconveniente.

viernes, 8 de octubre de 2010

Persecución penal, medios de comunicación e igualdad

Por Pablo Marshall Barberán


El tratamiento que el sistema penal y los medios de comunicación social dan a las personas parece ser discriminatorio. La discusión en torno al juicio oral contra María del Pilar Pérez y a favor de Klauss Schmidt-Hebbel nos da una excusa para escrutar sobre razones e implicancias.

La semana pasada comenzó el juicio contra “La Quintrala de Seminario”. El caso, que desde su comienzo ha generado polémica, no podía parar de darnos una nueva oportunidad, ahora en el ámbito del juicio oral, para discutir. Los fuegos partieron por parte de la provocadora columna de Carlos Peña, que fue respondida inmediata y convincentemente por la carta del abogado querellante de la familia de la víctima. La discusión, en particular en lo que respecta a los derechos y funciones que corresponden a las víctimas dentro del sistema procesal penal parece no ser muy fructífera. A mi entender, Peña hablaba en un lenguaje ajeno al derecho positivo; hablaba de lege ferenda. La respuesta vino dada de lege lata. Es una discusión interesante sobre el sentido que tiene la intervención de las víctimas – o en este caso, de lege ferenda, de los familiares de la víctima – en el proceso penal; una discusión que considero no se ha tomado demasiado en serio a la hora de discutir cómo diseñamos nuestro sistema procesal penal. Pero eso no es sobre lo que me quiero detener.

Una de las cuestiones llamativas de la columna de Peña es su título. Él hace referencia a la diferencia social que hay entre querellante y acusada. Puede que en el caso de “La Quintrala” la diferencia no sea relevante, pero sí llama la atención sobre una particularidad del caso que no puede obviarse.

Esta semana se descubrió el cadáver de una mujer de alrededor de 25 años de edad que yacía en un sitio eriazo en la comuna de La Pintana. Estefanía Alfaro González, la mujer muerta, se encontraba embarazada de 8 meses. El caso llamó la atención de los medios por la presunta participación en la comisión del delito de un carabinero que frecuentaba a la mujer. De inmediato la atención se desvío desde la comisión de un homicidio a la morbosa consideración de que en su realización haya participado un funcionario que tiene justamente la función de evitar esa clase de hechos. Me gustaría saber, si el celo policial y administrativo, los recursos fiscales al servicio de la investigación, y los medios de comunicación que cubren el hecho, darán cuenta de este presunto crimen de igual manera que lo hicieron en el caso “Contra Pérez López”.

Sólo para abundar en antecedentes para una respuesta que ya parecerá obvia. En Mayo, fue asesinada Gemita Débora Pérez Garrido, de 20 años, en la comuna de La Granja. Su homicidio sólo fue comunicado cuando se encontró el cadáver y cuando se apresó a su presunto verdugo. En la prensa escrita, apareció sólo una nota de no más de 10 líneas.

La respuesta a si el Estado y los medios de comunicación – que no debemos olvidar, tienen un estatuto especial, pues cumplen una función pública –, tratan la comisión de delitos – en todos estos casos de homicidio – de igual forma, debe ser categórica: no.

La pregunta que sigue es: ¿es justo o razonable que sea así? Bueno, cuando nuestra constitución señala que todas las personas son iguales, y especialmente iguales ante la ley, no parece razonable ni justo. ¿Cuál es entonces el problema? Me parece que no puede agotarse el asunto de la discriminación en una columna como esta, pero sí pueden aportarse algunas ideas. En particular, me gustaría hacer dos comentarios.

En primer lugar, el carácter de crimen de alta connotación pública parece estar siendo en extremo relevante para determinar el nivel de gasto y prioridad que se da a un caso por parte del Ministerio Público. A mi parecer, eso transforma el sistema en discriminatorio. El gasto y la prioridad que deben tener la investigación de los delitos no pueden estar a merced de la sensación térmica con que la política criminal del gobierno, hoy reconvertida en “seguridad ciudadana”, se lleva a cabo. No puede responder a las exigencias, ni de una encuesta, ni de la opinología de matinal. Debe, si se quiere ser justo y razonable, dar igual tratamiento a los crímenes y delitos de un mismo tipo, independiente de su connotación televisiva o de la exclusividad social de las victimas. Para eso, el Ministerio Público tiene atribuciones y no se necesita reforma legal alguna.

En segundo lugar, el tratamiento que hacen los medios de comunicación en estos casos es ridículamente elitista y discriminatorio. Y la explicación de ello viene dada por la desvalorización de la función informativa sobre la visión competitiva que el libre mercado imprime en la producción de noticias por parte de los medios. Es interesante preguntarse, en esta lógica, qué es lo que marca que el caso “contra Pérez López” sea en extremo interesante. Las respuestas en competencia son: (1) la tesis de que “Los ricos también lloran”; (2) la tesis de “la nueva Quintrala” en nuestra cultura popular; (3) la tesis de que la víctima en este caso era “GCU”.

Cualquiera que sea la respuesta, la consecuencia que ha tenido el extremo interés que el caso ha gatillado en la población, repercute directamente sobre el resultado del juicio, pero también sobre el sistema informativo. Que los jueces son profesionales, al igual que los fiscales, no los hace inmunes a la influencia de la opinión pública. Por otro lado, no debemos olvidar que la producción de noticias, al igual que cualquier otro medio de producción tiene alcance limitado. En la medida que se producen más noticias sobre los Diego Schmidt-Hebbel Niehaus, se dejan de producir noticias sobre Gemita Débora Pérez Garrido y sobre Estefanía Alfaro González; y eso, es un problema para la igualdad.